martes, 15 de noviembre de 2011

- Algunas teorías sobre la verdad y sus objeciones -
¿Qué quiere decir que una proposición o un enunciado sean verdaderos? Y ¿cómo puede definirse el predicado “es verdadero”? Si la primera pregunta parece exigir un criterio de verdad que permita distinguir cuando un enunciado es verdadero, la segunda requiere una definición del concepto de “verdad” . Varias son las teorías tradicionales que han intentado dar respuesta . Veámoslas.
Teoría de la verdad como correspondencia o adecuación. Esta teoría sostiene que algo es verdad cuando hay coincidencia, adecuación o correspondencia entre una afirmación (lo que decimos de algo) y la realidad (lo que ese algo es). Por tanto, una proposición es verdadera si y solo si concuerda con los hechos y es falsa cuando no coincide con los hechos.
La formulación clásica la proporcionó Aristóteles:
“Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, eso es falso; decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es verdadero” Metafísica, IV, 7.

En esta fórmula están contenidos los elementos que intervienen en el acto de conocer: Lo que es (el objeto) y el decir (el sujeto y su representación del objeto). Por tanto, la verdad es la adecuación entre el conocimiento y la realidad.
Tomás de Aquino situaba esta correspondencia formal entre el objeto y nuestra representación de él (el concepto) con estas palabras: “Verdad es adecuación entre el entendimiento y la cosa”. La verdad pues, se halla en el entendimiento si bien hay que distinguir ya que:
“En el intelecto divino está la verdad propia y primariamente; en el intelecto humano lo está propia y secundariamente; pero en las cosas está de manera impropia y secundaria, pues solo está en ellas por relación a las otras dos verdades”

Ludwing Wittgenstein establece la correspondencia o adecuación entre los hechos y la estructura lingüística formal que los expresa (la proposición).
“Nosotros no hacemos figuras de los hechos. Para conocer si la figura es verdadera o falsa debemos compararla con la realidad. La proposición es una figura de la realidad”

Frege establece la teoría de la redundancia de la verdad
“La forma de la oración afirmativa es de hecho aquello con que afirmamos la verdad, sin que precisemos para ello de la palabra “verdadero”.

Efectivamente, podemos decir que, incluso cuando no empleamos la forma de expresión “es verdad que..”, lo esencial es realmente la forma de la oración afirmativa”
Husserl también concibe la verdad como concordancia entre pensar y ser tanto en el plano universal como en el de aprehensión de objetos singulares.
Objeciones a la teoría de la verdad como correspondencia o adecuación.
La definición es circular pues ya sabemos de antemano que es verdadero, que la verdad consiste en la correspondencia entre la proposición y el hecho. Deberíamos tener un criterio para comprobar si efectivamente coinciden. Y deberíamos comprobar lo que estimamos como verdad con la verdad en sí.
La definición no es neutral desde el punto de vista epistemológico. Supone un realismo epistemológico ingenuo y precrítico: existe el mundo exterior al sujeto y éste lo capta tal como es. La definición, de hecho, desemboca en un retorno infinito a infinitos hechos, en un regreso sin fin. Lo que deseamos saber es si la proposición p (“la nieve es blanca”) coincide con el hecho de que, en efecto, la nieve es blanca. Pero lo que estamos diciendo es “mis ojos ven una nieve y esa nieve es blanca” y ésta nos remite a: ¿cómo sé que veo con mis ojos algo que es verdaderamente blanco? ¿Es blanco en sí o yo lo percibo como tal?
Teoría de la verdad como coherencia. De acuerdo con esta teoría decir que un enunciado es verdadero o falso es lo mismo que decir que es coherente o no con un sistema de otros enunciados. Esta teoría es aplicable a la lógica y a las matemáticas, en las ciencias formales la prueba de verdad de un enunciado es que resulte coherente y no contradictorio con otros enunciados, aquellos que forman el conjunto de axiomas de este sistema. Sin embargo, también es aplicable a las ciencias empíricas que consideran que el sistema con el que deben resultar coherentes todos los enunciados verdaderos es el sistema que los científicos aceptan en un momento dado. La contrastación de un enunciado con la realidad no puede realizarse individualmente sino en bloque, puesto que la falsedad de cualquier enunciado del sistema trae como consecuencia la falsedad de todos los demás. Por tanto, la verdad es una característica del sistema coherente o total o, como decía Hegel, “la verdad es el todo” y la verdad de una proposición depende de su posible o imposible incorporación al conjunto de proposiciones que tenemos ya por verdaderas. Se trata, por tanto, de un criterio contextual, en virtud del cual nada es verdadero o falso aisladamente, sino que cada uno de nuestros conocimientos está esencialmente referido y conectado con el resto del sistema del saber en que se integra. Por otra parte Hegel defenderá que la verdad se alcanza históricamente: el todo que expresa la verdad del saber es histórico y sólo al final de la historia se muestra en toda su magnitud y sentido
Objeciones a la teoría de la verdad como coherencia. La teoría de la coherencia no proporciona por sí sola ningún criterio con el que podamos decidir entre dos sistemas coherentes en sí. Por ejem: la proposición el sol gira alrededor de la tierra sería verdadera para el sistema ptolemaico y falsa para el sistema copernicano. De igual modo, el enunciado, “la linea recta es la distancia más corta entre dos puntos” es verdadero en la geometría euclidiana, porque se desprende de sus axiomas y principios, pero no lo es en las llamadas geometrías no euclidianas, cuyos axiomas son distintos. Por tanto, una proposición o un sistema de proposiciones pueden ser coherentes, pero, ¿son también verdaderos?

Teoría semántica de la verdad. La teoría semántica de la verdad de Tarski supone una reelaboración de la teoría clásica que concibe la verdad como correspondencia. Pero lo especifico de su propuesta consiste en que ahora la verdad ya no representa una relación entre una proposición y la realidad, sino una relación entre dos proposiciones distintas: una lingüístico-objetiva y otra metalingüística. Tarski mantiene que una teoría que se ocupe de una relación entre un enunciado y un hecho debe ser capaz de hablar sobre ambos, y para poder hablar sobre enunciados debe usar nombres de enunciados. Por tanto, la teoría habrá de expresarse en un metalenguaje (es decir, un lenguaje en el que se pueda hablar sobre el lenguaje). Para ello establece que el predicado “es verdadero” es una propiedad metalingüística, predicable de enunciados que describen (en un lenguaje objeto) un hecho tal como esté en el mundo real.
Una vez que disponemos de un metalenguaje podemos afirmar, por ejemplo: “El enunciado en alemán Gras ist grün es verdadero o corresponde a los hechos, si y sólo si, la hierba es verde”. De manera más general podemos formularlo así: “El enunciado X en el lenguaje L es verdadero si y solo si x”. Donde X es la abreviatura de algún nombre castellano que pertenece al lenguaje L, y x es la traducción de X al castellano (que en este caso es el metalenguaje L).
Popper aceptó esta teoría y señaló que el método de Tarski consideraba la verdad como objetiva, es decir como una propiedad de los enunciados y las teorías y no como una experiencia o creencia subjetiva.

Teoría de la verdad como evidencia. La evidencia es lo que se nos presenta como indiscutible, como intuitivamente verdadero, por ello hay autores que mantienen que hay determinadas percepciones mentales cuya verdad no precisa demostración. A estas percepciones las denominan evidencias y pueden ser de dos tipos: evidencias sensibles (los datos de los sentidos) o evidencias intelectuales (los primeros principios, como el principio de identidad y el de no-contradicción). Los estoicos y epicúreos tomaron la evidencia sensible como criterio último de verdad. Más tarde los racionalistas hicieron lo propio con la evidencia intelectual. Para Descartes, la evidencia era la aprehensión directa de la verdad de una proposición, por medio de la “simple inspección de la mente”que percibía esa proposición como clara y distinta. La fenomenología de Husserl situó la evidencia en “vivencia fenomenológica”, anterior a toda teoría o suposición, y designó “apodíptica” a la máxima evidencia, que consideró producto de la imagen eidética.
Objeciones a la teoría de la verdad como evidencia. La evidencia por sí misma difícilmente proporciona un criterio que permita distinguir una evidencia auténtica de una certeza vivencial subjetiva. Por ello no garantiza la exigencia de objetividad que sus defensores le atribuyen. Lo que califican como evidente por sí mismo es en realidad una evidencia adquirida.
Así pues, los autores de la Declaración de independencia norteamericana escribieron en el preámbulo:
“Consideramos de por sí evidentes estas verdades: que todos los hombres han sido creados iguales, que han sido provistos por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentra la vida, la libertad y el anhelo de felicidad”.

Por el contrario, Aristóteles que sí vio la evidencia de los axiomas geométricos no vio las pretendidas evidencias del ejemplo anterior y en Política mantiene:
“Quien por naturaleza no se pertenece a sí mismo sino a otro, aun siendo hombre, es por naturaleza un esclavo. Y un hombre pertenece a otro cuando es su propiedad, aunque sea hombre”

Hay además ciertas evidencias sensibles “el sol sale o se pone”que por sí solas no son criterios de verdad. En la mayoría de casos en los que la evidencia resulta incuestionable, sólo es un signo de que estamos de acuerdo respecto de una proposición. Pero, ¿es también verdadera?

Teoría pragmatista de la verdad. Aporta criterios prácticos para saber cuando puede aplicarse el predicado “es verdadero” a las proposiciones o enunciados, es decir, no da una definición de verdad sino un criterio de verdad. Su aportación al problema de la verdad no es tanto una respuesta a la pregunta ¿qué es la verdad?, puesto que acepta la verdad como adecuación, como a la pregunta ¿por qué la verdad? Acepta la teoría de la adecuación, pero la interpreta tomando en consideración la utilidad de los enunciados para resolver los problemas vitales. Aunque fue defendida por Pierce, Dewey, y James veremos esta posición sólo desde la perspectiva de William James que no hablará de enunciados sino de ideas. James entiende “adecuación” en el sentido de que sirve para un determinado fin, o que funciona de modo conveniente en un cierto contexto, o que es útil para un propósito. Por tanto entiende la adecuación como adaptación: una idea es verdadera si es apta para resolver problemas o satisfacer necesidades. Ahora bien la verdad referida a la práctica es siempre provisional, porque lo que funciona o es útil (es decir, lo que es verdadero) en un momento determinado deja de serlo en otro. Se trata por tanto, de una concepción dinámica de la verdad, porque ésta no es una propiedad adquirida de una vez por todas, sino consecuencia de un proceso: una idea se “verifica”, se hace verdadera, si la acción muestra su utilidad o su eficacia. “Utilidad significa, por un lado, operatividad en la resolución de problemas; en este sentido verdad se aproxima a “éxito en la acción”. Por otro lado, utilidad significa también consecuencias beneficiosas, de suerte que “la retribución que aportan las ideas verdaderas es la única razón para seguirlas”. En este sentido, verdad se acerca a gratificación.
Objeciones a la teoría pragmatista. De acuerdo con la teoría pragmática de la verdad también la creencia en la existencia de un mundo exterior, en la de otras personas y en la de Dios es verdadera por cuanto provechosa o satisfactoria para nuestra vida en el sentido más amplio. Este criterio de verdad resulta ser demasiado vago ya que no determina que es lo “satisfactorio en sentido amplio” pero aunque fuese lo bastante preciso quedaría pendiente la cuestión de si un conjunto de proposiciones que pueden ser satisfactorias podrán ser también verdaderas. Por otro lado no cualquier información provechosa es verdadera, ni cada información perjudicial es por ello falsa. Por ejemplo una información verdadera puede ser perjudicial para un enfermo si con ello se perjudica su estado de ánimo y repercute en su salud. Igualmente una información falsa puede aprovechar más a un enfermo que una información correcta si con ello mejora su bienestar subjetivo.

Teoría consensual de la verdad. Esta teoría defendida por Apel y Habermas entre otros, destaca la necesidad del diálogo como marco para ir descubriendo cooperativamente la verdad de las proposiciones. Cuando decimos que algo es verdadero estamos dando a entender que creemos tener razones suficientes para convencer a otros interlocutores de la verdad de la proposición, siempre que podamos dialogar libremente sobre ello, sin presiones externas a la búsqueda de la misma verdad hasta generar un consenso en torno a lo que tienen por verdadero. Esta “situación de habla ideal” según Habermas “no es ni un fenómeno empírico ni un mero constructo sino una suposición adoptada en los discursos en forma inevitable y reciproca”. Los argumentos que se aducen en ese diálogo pueden proceder de distintas formas de comprobar la verdad: correspondencia, coherencia, utilidad, etc pero lo que se trata de descubrir en él es si son capaces de generar el consenso de la comunidad de interlocutores. Así funcionan, a fin de cuentas, las comunidades científicas que buscan cooperativamente la verdad.
La aportación básica de esta teoría consiste en mostrar que los seres humanos no tenemos otra forma de acceder a la verdad que nos sea aduciendo razones y escuchando la de otros, con la pretensión de alcanzar un consenso acerca de lo que tenemos por verdadero. De este modo, “verdadero” sería un enunciado que pudiera ser argumentado racionalmente ante el resto de interlocutores y aceptado como válido por todos.
Objeciones a la teoría consensual de la verdad. Es casi imposible decir si el proceso de asentimiento se ha llevado o no a cabo en una “situación de habla ideal” porque los mecanismos del poder, de la prepotencia y de la sumisión instintiva a las instancias autoritarias pueden infiltrarse de manera imperceptible. Además, el consenso no es un criterio de verdad, porque los interlocutores pueden equivocarse o carecer de información relevante. Por eso las verdades científicas son siempre revisables. Por otro lado, una afirmación puede ser verdadera aunque sólo sea reconocida por una persona. Por ejemplo la condena de un inocente.
La verdad como el asentimiento de los expertos. Peirce mantiene que:
“La opinión determinada por el destino con el fin de que todos los investigadores acaben asintiendo a la misma, es lo que nosotros entendemos por verdad, y el objeto que a través de esa opinión se presenta es lo real. Este es el modo como yo explicaría la realidad”.

El asentimiento de los investigadores sirve de consenso como criterio de verdad, sólo que en este caso no es ni una coincidencia efectiva ni la que se da en “una situación de habla ideal”, sino más bien la coincidencia definitiva o final, situada en el futuro, de todos los investigadores.
Objeciones a la verdad como asentimiento de expertos. Esta teoría no plantea la cuestión acerca del método científico y tampoco nos dice cuando es verdadera una proposición concreta o un sistema de proposiciones. Pues, dado que no conocemos ese estadio final, tampoco sabemos si ya ahora es verdadera una determinada proposición, ni sabemos asimismo lo alejada que pueda encontrarse de dicho estadio.

Queda por explicar la verdad como perspectiva: te invito a que lo hagas tu, si queres puedes apoyarte en la teoria perspictivista de Ortega y Gasset.

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